Hay reglas globales que deben
aplicarse en ocasiones como esta para no incomodar ni sentirse incómoda.
En primera instancia, obvio, si
eres invitada no debes de ir de blanco a una boda, es el color de la novia y si
te lo pones parecerá que quieres robarle protagonismo.
Beige: es muy parecido al blanco, recuerda que no
quieres ser recordada como quien quiere llamar la atención sobre el resto.
Color piel: aunque ha estado en boga, también es un tono
demasiado claro y la idea es evitar cualquier similitud con el vestido de la
novia.
Negro: A menos que sea una boda de noche y en
ambiente citadino, el negro se asocia por lo general con ocasiones tristes, por
ello no es precisamente la decisión más acertada para una boda de día o en la
playa.
El azul hielo y el rosa hielo son
tonos extremadamente pálidos, en el día podrían lucir bien pero de noche
podrían parecer blanco, por lo cual resulta riesgoso inclinarse por esos
tonos.